jueves, 19 de enero de 2012

Capitulo 7:Voces en mi interior

Capítulo 7
Mel
Me desperté en una camilla en una sala blanca, sabía muy bien donde estaba.
Me levanté y Sam estaba a mi lado.
-Quieta, no te muevas.
La imagen se enfocó mas y estaba lleno de moratones y de heridas.
-¡Sam!
-¿Dime, que pasa?
-Tu… cara.
-¡Ah! esto… pues veras… esque… ayer.
-Si, sé lo que pasó ayer, pero tu.. tu…
-Mel, no podía dejar que te tocara, no podía dejar que te hiciera nada.
Me quedé pensativa mirando a ningun lado.
 -No.. tenías que hacerlo…
-Si no nos hubieramos metido te habría dado una buena.
-Gracias de verdad pero..
No me… hacía a la idea de tener delante de mis narices a un chico tan… perfecto, no me hacia a la idea.
-Pero nada, Mel, yo lo hago por ti, porque me…
Abrí los ojos como platos.
-Me caes bien
Rotundamente se dio la vuelta y se fue dando un golpe sordo con la puerta.
-¡Mierda!
Le dí un puñetazo a la camilla con una mezcla de rabia e ira.
Llamaron a la puerta, ¡sería él!
-¡Adelante!
La puerta se abrió y unas botas negras con tacón asomaron a través de ella.
Mi hermana Sophie apareció con un ramo de flores de la mano.
-¿Cómo está mi hermanita?
Me dio un abrazo.
-Tu hermanita está bien. ¿Cierras la puerta?
-Mamá venía por detrás pero se a quedado hablando con el médico.
Mi madre entró por la puerta con una caja de bombones en la mano.
Me dio un beso en la frente y se sentó en la camilla.
-Bueno, Sophie, ¿qué tal?
-Pues muy bien, la verdad desde que me fui a vivir al apartamento, no hemos hablado nada, pero bueno.
-Ya… ya te echaba de menos.
-¡Cariños tengo buenas noticias!
Sophie y yo nos miramos.
-¿Qué noticias?
-Mañana te dan el alta mi vida.
Mi hermana me agarró con fuerza la mano y después me abrazó.
-¡Qué bien!
No pude evitar llorar de alegría, pero no entiendo porqué solo llevaba ahí metida veinticuatro horas.
-Bueno, no te pongas así, mujer…
-No, si son lágrimas de felicidad.
-Ah bueno, entonces tu hemana y yo nos vamos para que se llegue antes¿sí?
-Vale.
Nos despedimos con besos y después de que ellas se fueran todo era… silencio, me comí un bombón, apagué la luz y me recosté en la camilla. Cerré los ojos.
``Cabello, rubio, ojos azules, sangre, cuadro, sonrisa, mas sangre´´
Abrí los ojos ¿y ese pensamiento? Volvía a cerrar los ojos.
-Melissa…
Me aferré a la camilla con fuerza, una voz dulce, y melodiosa me llamaba, esa voz… me sonaba de alguien, de algo.
-Melissa, abre los ojos, no tengas miedo.
Abrí los ojos un rostro pálido, de cabellos rubios, ojos azules y… heridas, magulladuras y… sangre hizo que palideciera como un papel.
-¿Qué… haces aquí?
-Mírame a los ojos, Melissa.
Hice lo que me pidió, su mirada se clavó en la mia y fue como si un cuchillo me hubiera atravesado lentamente el pecho y me fuera muriendo lentamente.
A través de sus ojos viajé a una habitación oscura con gente… muerta… mi hermano entre ellos. ¿Qué hacía yo ahí? Tengo que estar soñando pensé.
Mi hermano tenía una sonrisa de medio lado en la cara. Dio un paso al frente. Retrocedí.
Pero él, era mas rápido que yo, me agarró el brazo fuertemente.
-Pronto estaré contigo.
Abrí los ojos.
Una enfermera estaba quitándome el suero con unas tijeras.
-Buenos días.
No podía hablar, estaba demasiado asustada, asique le sonreí.
-Madre mia, te va a dar algo Melissa tranquilízate.
Me dí cuenta de porqué lo decía, tenía la cara empapada, una parte por sudor y otra parte por lágrimas.
La enfermera, muy amable, me dio un vaso de agua.
-Gra… gra…cias. Le dije como pude.
-Nada, cielo.
Le volví a sonreír. No podía quitarme ese maldito sueño de la cabeza.
-Bonito collar.
¿Qué collar? Me miré el cuello, y palidecí. Sentí que el suelo desaparecía bajo mis pies. El collar azul de… mi madre, el que llevaba la chica de mi ``sueño´´  le tenía yo puesto.
-Gracias.
La enfermera se giró.
-¿Por?
-Por lo del collar.
Una lágrima me bajó por las mejillas y yo me la limpié con rapidez. No tenía ganas de llorar y menos de que me vieran llorando.
-No es nada, cielo, bueno hasta luego.
Me sonrió antes de irse.
Me quedé en silencio e inmóvil, el terror que sentía me impedía moverme.
Cuando reaccioné me dirigí corriendo al espejo del baño en el que me miré, con la esperanza de que aquello del collar fuera una  alucinación.
Pero no, ahí estaba.
Me sequé las lágrimas y me lo quité de un tirón. Pero me quedé quieta al ver que tenía una mancha marrón en la piedra azul. La quité con la uña, pero me dí cuenta de que era sangre. Lo tiré al suelo y me caí de rodillas en él, me hice un ovillo y comencé a llorar sin poder parar.

Cuando me tranquilicé, cogí mi mochila y me vestí.
Me vestí bastante diferente a como solía ir, simplemente llevaba una sudadera negra con letras en grises, unos vaqueros y unas zapatillas negras.
Me asomé a la ventana, nevaba, se me había olvidado, era la primera navidad que pasaba sin mi hermano. Todo sería distinto.
La puerta se abrió y entraron mis padres y mis hermanos. Patrick vino corriendo y me dio un abrazo muy fuerte.
-¡Mel!
-¡Hola, enano!
Verle me subía el ánimo, estuviera como estuviera.
Les dí un beso a todos.
-Gracias por venir.
Mi hermano Simon se puso a mi lado.
-No tienes porque darlas ¡enana!
Me sacudió el pelo y yo le dí un manotazo.
-¡Imbecil!
Papá y Sophie se sentaron en la camilla.
Mamá estaba recogiendo la ropa.
-¡Encontraste el collar!
Me dí la vuelta y la vi. con el collar de la mano llorando de alegría.
Me dio un abrazo.
-Mel, cariño, no sabes lo que significa este collar para mi.
Papá se levantó de la camilla y yo me senté en su lugar.
-Valeria, les has dicho a los niños la noticia.
-No, de modo que se lo decimos ahora.
Patrick me pidió que le sentara en la camilla, y es lo que hice.
-¿Pensáis decírnoslo algún día? Dijo Sophie con tono impaciente.
-Vale… allá va. Sabéis que este año… las navidades van a ser diferentes, en todos los sentidos, de modo que hemos decidido irnos a pasarlas al pueblo de Malcom, el abuelo de Sam, allí hace mucho mas calor y puesto a que nos llevamos muy bien con los vecinos, pues fueron muy amables en ofrecérnoslo.
No me lo podía creer, me hiba con Sam, con Sam a pasar las navidades, no tenía porqué alegrarme pero lo hice.
-Pero… mamá, las navidades siempre las hemos celebrado en casa, todos juntos. Dijo Sophie que cruzó los brazos.
-Sophie, cariño, entiendo que… estés un poco enfadada pero… entiende que este año… todo a cambiado y que estar en casa solo nos lo recordará, por eso hemos decidido ir con ellos, solo será este año. Tenlo por seguro.
-Está bien…
Patrick se bajó de la camilla con gran agilidad.
-A mi me parece bien, papis.
Mi padre se agachó y le alborotó el pelo.
-Ya lo sabemos, pequeñajo.
Me levanté de la camilla.
-¿Nos vamos? Estoy cansada de estar aquí, me quiero ir a casa.
-Sí.
Todos se pusieron en pie y nos pusimos el abrigo.
Salimos de la habitación, los médicos nos felicitaban la navidad y nosotros a ellos.
Salimos a la calle y una brisa de aire frío me azotó en la cara. A la derecha había dos amigas riéndose, lo que me recordaba a que María no había venido a verme.
-Mamá ¿dónde está María?
-Se marcharon hace un par de días al pueblo de sus abuelos, van a celebrar allí la navidad, vino el día que tuviste el accidente, con Sam, con Simon y con James pero ya no pudo venir mas días.
-Hummm...…
Papá abrió el coche y puso las cosas en el maletero. Nos montamos en el coche.
-¡Próximo destino!-Gritó papá.
-¡A casa!-Gritamos todos a coro.
Una vez que llegamos allí, yo me fui corriendo a darme una ducha caliente.
Cuando salí de la ducha entré en mi habitación y estaba Sophie sentada en el escritorio escuchando música en mi portátil.
-Hola.
-¡Hola!
Mi hermana se levantó de la silla y vino hacia mí, me dio un beso en la mejilla.
-¿Y esto?
-¿El qué?
-El beso, ni que lleváramos tanto tiempo sin vernos.
Mel… tu no sabes el miedo que pasé cuando me dijeron que estabas en el hospital, te lo juro no lo sabes.
-Pero… no fue nada grave.
-Es igual, hace poco, murió la novia de Simon, mi mejor amiga y tampoco era nada grave según los médicos, pero…
-Lo… siento, la verdad yo no se que haría sin María.
-Lo se.
No sabía que mas decirla, sabía que tenía una mejor amiga, pero no que era la novia de Harry.
-¿Dónde encontraste el collar de mamá?
Mi hermana me sacó de mi ensoñación.
-¿Cómo?
-Melissa, ese collar se le regaló Harry a Hellen por su cumpleaños.
Por eso le tenía ella. Abría los ojos como platos.
-¿Quién te le dio? Mel, dímelo
-Esque no…
-¡Dímelo!
A ver yo ahora que me invento.
-Una enfermera.
Me salió del alma.
-¿Qué enfermera?
-¡No lo sé, me lo dio de parte de alguien!
-¿De quién?
-No me lo dijo.
Mi hermana me agarró el brazo, pero paró la pelea la voz de mamá desde el piso de abajo.
-¡Niños haced la maleta!
Sophie me miró y me soltó el brazo.
-Lo siento, Mel, lo siento.
-No importa, perdiste los nervios, ya está.
Sophie se levantó de la cama y se fue de mi habitación.
Si no llega a ser por la música me hubiera puesto a llorar.
Cogí la carema de mi estantería y comencé a echarmela por todo el cuerpo.
Después de echármela entré en el vestidor y cogí varias prendas de ropa y las metí con sumo cuidado en mi maleta roja.
Ropa, accesorios, zapatos, portátil… no me faltaba nada…
Bajé al piso de abajo.
-Yo ya estoy.
Simon y Patrick estaban jugando a la wii calculé que hacía al menos dos horas, puesto a que habiamos salido del hospital a las diez de la mañana ahora eran las tres del medidodía.
-Yo… también…
Mi hermana bajaba con cuatro maletas cargadas y tenía que hacer grandes esfuerzos para bajarlas todas a la vez.
-¡Pero que llevas ahí!
-Piedras.
-No si eso… ya se ve.
Llamaron a la puerta y yo fui corriendo a abrirla.
Era Sam.

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