viernes, 27 de abril de 2012

Capítulos 10 y 11


Capítulo 10 ``Sam´´

Vale, intenté no pensar en la cara de panoli que se me tuvo que haber quedado tras las palabras de Mel, pero, la creía, a la vez que no la creía, la creía en el sentido de, cuando me quedé a dormir en su casa con su hermano, me levanté para ir al servicio la escuché gritar y entré en su habitación, ella estaba llorando, temblando, suplicando. Pero la verdad yo pienso que realmente, son pesadillas y sus palabras fruto de su imaginación.
Pero la dije que sí, que sí la creía, por no desilusionarla. Soy un poco idiota, pero la quiero.
En el exterior escuchamos un coche.
-Mi familia ya está aquí.
Mel se limpió una lágrima que había derramado nada mas pronunciar la última palabra de la frase.
-¿Salimos a saludar?
Asintió con la cabeza.
Abrimos la puerta y salimos fuera.
Un coche plateado de siete plazas, estaba aparcado en la puerta.
En el maletero una chica de melena rubia sacaba una maleta rosa fucsia del maletero, era mi prima Helen.
A su lado había una mujer de melena negra, mi tía Darling.
Me dio mucha alegría verles a todos de nuevo, ya que había pasado un año entero desde que les veía.
Mi prima sonrió al verme y alzó una ceja al ver a Mel, pero claro, como iba a faltar el típico guiño de ojo. Se acercó a nosotros y me dio un abrazo de los que solo ella sabe dar.
-¿Qué pasa, primo?
-El tiempo, prima.
Soltó una carcajada.
-No, si eso ya lo se, y muy rápido, parece mentira que ya haya pasado un año desde las pasadas navidades, hablando de navidades que bueno hace aquí ¿no?
-Sí, la verdad hace una temperatura agradable, pero claro, así no va a hacer durante las dos semanas que estéis aquí, yo solo te aviso.
Asintió y miró a Mel.
-Bueno qué, ¿no nos vas a presentar?
-Claro, Helen esta es Mel, mi… amiga.
Helen se acercó a Mel y la dio dos besos a modo de presentación.
Después de que Helen y Mel se conocieran (hicieron buenas migas al parecer) se acercaron mis tios, mis primos y el perro, quien ocupaba la penúltima plaza del coche.
-¡Sam!
Mi primo Harry se tiró encima de mí.
-¡Enano!
Le revolví el pelo a modo de saludo.
Le di dos besos a mis tios y les invité a pasar (realmente no tenía porque hacerlos, porque eran ellos quienes viven en la cabaña cuando vienen) entraron todos menos mi prima.
Ella estaba sentada en la orilla del río encima de su maleta amarillo chillón y dibujaba sobre la arena con un palo, ella no se relaciona nada bien con la gente, sufrió acoso escolar cuando era pequeña y ahora la da miedo la gente, con su familia no es así, pero conmigo sí. No me explico porqué pero es así y punto.
Me miró y volvió a bajar la cabeza de nuevo.
Helen me agarró el brazo.
-Déjala, ya entrará después. Me susurró Helen.
-Sí, entrará cuando yo me vaya.
-Bueno, pues ya hablarás con ella en otro momento, cuando se despeje del viaje.
Asentí y entré en la cabaña.
Helen y Mel se reían en el sofá, mi primo jugaba con el perro y mis tíos ponían un mantel en la mesa, con vasos y cosas de comer.
-No hace falta que saquéis tantas cosas.
-Sí, si que hace falta, cariño.
Mi tía me guiñó un ojo y mi tío me dio una palmadita en la espalda.
Yo no entendí el porqué de sus hechos, pero claro, no me hizo falta pensar mucho para darme cuenta de que era por Mel.
Mel se acercó a mí.
-¿Cuándo nos vamos a ir?
-¿Enserio vienes a preguntarme eso?
-Pues… sí.
-Pareces muy entretenida y que no tienes ganas de irte.
-Por eso mismo vengo a preguntarte.
Mi tía hizo un gesto para que nos sentáramos todos alrededor de la mesa.


Capítulo 11 ``Mel´´

Relmente, lo único que podía decir era que la familia de Sam era un encanto, su prima Helen especialmente.
Una vez sentados alrededor de la mesa, Helen se sentó a mi lado y Sam al otro.
-Que suerte tienes de haberte ligado a un tío como mi primo. Me susurró Helen al oído.
La verdad, tenía suerte de tener a Sam como amigo, pero realmente ¿ligarmele? No, no creo que eso lo haya echo, al menos todavía.
-Yo no…
-Venga ya, Mel, al menos si no lo has hecho todavía le tienes en el bote.
-Pero…
Vale, puede que estuviera en lo cierto, ayer por la noche nos besamos y tal y cual, pero ¿realmente eran esas las palabras?
-Manzano.
Las dos soltamos una carcajada y todos nos miraban, Sam tenía cara de felicidad y nos miraba a las dos embobado.
Nos miramos.
-¡Idiota, deja de mirarnos así!. Le dije con cariño.
-Me alegro de que hayáis echo tan buenas migas.
Helen me dio un codazo.
Me di la vuelta para mirarla.
Se reía en silencio.
-En el bote le tienes. Me dijo al oído.
Esa vez el codazo se le dí yo.
La miré y se encogió de hombros.
La tia de Sam puso un bizcocho encima de la mesa.
-Le hemos comprado en el aeropuerto, no se que tal estará.
-¡Gracias!- Gritamos todos a coro.
La puerta del salón se abrió y entró una chica morena, con flequillo recto, unas gafas de sol que la tapaban media cara con una maleta de la mano y no dijo ni una palabra hasta que no llegó a una puerta que había al lado de la barra de la cocina.
La abrió y se podían ver unas escaleras.
No sabía que había un piso de arriba.
Subió las escaleras sin decir una palabra.
-¿Quién es?-Le pregunto a Helen.
-Mi hermana, Miriam, no es muy agradable que digamos. No es que no sea borde, pero es de… de… simpatía selectiva.
-Entiendo…
El tio de Sam cortó el bizcocho en porciones medianas para que comiéramos.
Pero justo cuando íbamos a coger un trozo, sonó un grito en el piso de arriba.
Sam se levantó de la silla provocando un fuerte estruendo y abrió la puerta que había al lado de la cocina.
Encendió la luz y subió arriba.
-¡Miriam! ¿Estas bien?
-¡No!
Cuando escuchamos a Miriam decir que no estaba bien, subimos con Sam arriba, menos Harry, el pequeño que se quedó abajo jugando con el perro, ya que su madre no le dejó subir.
El piso de arriba era muy normal, tenía un pasillo muy pequeño con cuatro puertas que daban a distintas habitaciones, la segunda puerta a la izquierda estaba abierta con la luz encendida.
Entramos dentro.
Sam se puso al lado de Miriam y la agarró del brazo.
Ella estaba llorando.
-¿Qué pasa?
Miriam señaló a la cama.
Claramente lo que había en la cama era un cadáver.
Todos nos quedamos mirando atónitos.
El cadáver era de una chica, de unos veinte años aproximadamente, tenía una navaja de la mano y sangre en la otra.
Claramente se había cortado las venas.
Miriam fue la primera en salir de la habitación con la maleta en la mano.
Después fueron los tíos de Sam.
Nos quedamos en la habitación Sam, Helen y yo.
Helen estaba asustada, se la notaba en el rostro.
Sam por su parte estaba rígido, tieso como un palo y parecía enfurecido.
Yo, no sentía nada, era como si me hubieran congelado.
Sam nos agarró el brazo a Helen y a mí.
-¡Nos vamos de aquí!
-¡No Sam, espera!
Me solté de su brazo y me acerqué más a la cama.

El rostro de la chica estaba pálido, tenía los ojos abiertos y el pelo le colgaba estaba posado sobre los hombros.
Su cara me sonaba, la había visto en la discoteca, la camarera de la discoteca.
-Es la camarera de la discoteca-Dije yo.
Pero nadie me respondió.
Me dí la vuelta y solo vi a Sam.
-Helen ha bajado, estaba muy nerviosa, vámonos Mel, nos vamos de aquí.
Asentí con la cabeza.
Bajamos las escaleras y una vez abajo todos estaban en la puerta con las maletas de la mano.
-¡Nos vamos de aquí!
-¡Tia, espera!
La tía de Sam se dio la vuelta.
-Sam, cariño nos vamos a casa de la abuela, no nos podemos quedar en la cabaña, mañana por la mañana llamaremos a la policía para que venga a investigar.
-Vale…
Salimos fuera, la familia de Sam montó al coche y nosotros entramos con ellos, como el perro ocupaba la penúltima plaza del coche, le pusieron adelante con la tia de Sam y nosotros íbamos atrás del todo, en los dos asientos del fondo.
Nadie dijo una palabra hasta que no llegamos a casa de los abuelos de Sam de nuevo