Capítulo
10 ``Sam´´
Vale,
intenté no pensar en la cara de panoli que se me tuvo que haber quedado tras
las palabras de Mel, pero, la creía, a la vez que no la creía, la creía en el
sentido de, cuando me quedé a dormir en su casa con su hermano, me levanté para
ir al servicio la escuché gritar y entré en su habitación, ella estaba
llorando, temblando, suplicando. Pero la verdad yo pienso que realmente, son
pesadillas y sus palabras fruto de su imaginación.
Pero la
dije que sí, que sí la creía, por no desilusionarla. Soy un poco idiota, pero
la quiero.
En el
exterior escuchamos un coche.
-Mi
familia ya está aquí.
Mel se
limpió una lágrima que había derramado nada mas pronunciar la última palabra de
la frase.
-¿Salimos
a saludar?
Asintió
con la cabeza.
Abrimos
la puerta y salimos fuera.
Un coche
plateado de siete plazas, estaba aparcado en la puerta.
En el
maletero una chica de melena rubia sacaba una maleta rosa fucsia del maletero,
era mi prima Helen.
A su lado
había una mujer de melena negra, mi tía Darling.
Me dio
mucha alegría verles a todos de nuevo, ya que había pasado un año entero desde
que les veía.
Mi prima
sonrió al verme y alzó una ceja al ver a Mel, pero claro, como iba a faltar el
típico guiño de ojo. Se acercó a nosotros y me dio un abrazo de los que solo
ella sabe dar.
-¿Qué
pasa, primo?
-El
tiempo, prima.
Soltó una
carcajada.
-No, si
eso ya lo se, y muy rápido, parece mentira que ya haya pasado un año desde las
pasadas navidades, hablando de navidades que bueno hace aquí ¿no?
-Sí, la
verdad hace una temperatura agradable, pero claro, así no va a hacer durante
las dos semanas que estéis aquí, yo solo te aviso.
Asintió y
miró a Mel.
-Bueno
qué, ¿no nos vas a presentar?
-Claro,
Helen esta es Mel, mi… amiga.
Helen se
acercó a Mel y la dio dos besos a modo de presentación.
Después
de que Helen y Mel se conocieran (hicieron buenas migas al parecer) se
acercaron mis tios, mis primos y el perro, quien ocupaba la penúltima plaza del
coche.
-¡Sam!
Mi primo
Harry se tiró encima de mí.
-¡Enano!
Le
revolví el pelo a modo de saludo.
Le di dos
besos a mis tios y les invité a pasar (realmente no tenía porque hacerlos,
porque eran ellos quienes viven en la cabaña cuando vienen) entraron todos
menos mi prima.
Ella
estaba sentada en la orilla del río encima de su maleta amarillo chillón y
dibujaba sobre la arena con un palo, ella no se relaciona nada bien con la
gente, sufrió acoso escolar cuando era pequeña y ahora la da miedo la gente,
con su familia no es así, pero conmigo sí. No me explico porqué pero es así y
punto.
Me miró y
volvió a bajar la cabeza de nuevo.
Helen me
agarró el brazo.
-Déjala,
ya entrará después. Me susurró Helen.
-Sí,
entrará cuando yo me vaya.
-Bueno,
pues ya hablarás con ella en otro momento, cuando se despeje del viaje.
Asentí y
entré en la cabaña.
Helen y
Mel se reían en el sofá, mi primo jugaba con el perro y mis tíos ponían un
mantel en la mesa, con vasos y cosas de comer.
-No hace
falta que saquéis tantas cosas.
-Sí, si
que hace falta, cariño.
Mi tía me
guiñó un ojo y mi tío me dio una palmadita en la espalda.
Yo no
entendí el porqué de sus hechos, pero claro, no me hizo falta pensar mucho para
darme cuenta de que era por Mel.
Mel se
acercó a mí.
-¿Cuándo
nos vamos a ir?
-¿Enserio
vienes a preguntarme eso?
-Pues…
sí.
-Pareces
muy entretenida y que no tienes ganas de irte.
-Por eso
mismo vengo a preguntarte.
Mi tía
hizo un gesto para que nos sentáramos todos alrededor de la mesa.
Capítulo
11 ``Mel´´
Relmente,
lo único que podía decir era que la familia de Sam era un encanto, su prima
Helen especialmente.
Una vez
sentados alrededor de la mesa, Helen se sentó a mi lado y Sam al otro.
-Que
suerte tienes de haberte ligado a un tío como mi primo. Me susurró Helen al
oído.
La
verdad, tenía suerte de tener a Sam como amigo, pero realmente ¿ligarmele? No,
no creo que eso lo haya echo, al menos todavía.
-Yo no…
-Venga
ya, Mel, al menos si no lo has hecho todavía le tienes en el bote.
-Pero…
Vale,
puede que estuviera en lo cierto, ayer por la noche nos besamos y tal y cual,
pero ¿realmente eran esas las palabras?
-Manzano.
Las dos
soltamos una carcajada y todos nos miraban, Sam tenía cara de felicidad y nos
miraba a las dos embobado.
Nos
miramos.
-¡Idiota,
deja de mirarnos así!. Le dije con cariño.
-Me
alegro de que hayáis echo tan buenas migas.
Helen me
dio un codazo.
Me di la
vuelta para mirarla.
Se reía
en silencio.
-En el
bote le tienes. Me dijo al oído.
Esa vez
el codazo se le dí yo.
La miré y
se encogió de hombros.
La tia de
Sam puso un bizcocho encima de la mesa.
-Le hemos
comprado en el aeropuerto, no se que tal estará.
-¡Gracias!-
Gritamos todos a coro.
La puerta
del salón se abrió y entró una chica morena, con flequillo recto, unas gafas de
sol que la tapaban media cara con una maleta de la mano y no dijo ni una
palabra hasta que no llegó a una puerta que había al lado de la barra de la
cocina.
La abrió
y se podían ver unas escaleras.
No sabía
que había un piso de arriba.
Subió las
escaleras sin decir una palabra.
-¿Quién
es?-Le pregunto a Helen.
-Mi
hermana, Miriam, no es muy agradable que digamos. No es que no sea borde, pero
es de… de… simpatía selectiva.
-Entiendo…
El tio de
Sam cortó el bizcocho en porciones medianas para que comiéramos.
Pero
justo cuando íbamos a coger un trozo, sonó un grito en el piso de arriba.
Sam se
levantó de la silla provocando un fuerte estruendo y abrió la puerta que había
al lado de la cocina.
Encendió
la luz y subió arriba.
-¡Miriam!
¿Estas bien?
-¡No!
Cuando
escuchamos a Miriam decir que no estaba bien, subimos con Sam arriba, menos
Harry, el pequeño que se quedó abajo jugando con el perro, ya que su madre no
le dejó subir.
El piso
de arriba era muy normal, tenía un pasillo muy pequeño con cuatro puertas que
daban a distintas habitaciones, la segunda puerta a la izquierda estaba abierta
con la luz encendida.
Entramos
dentro.
Sam se
puso al lado de Miriam y la agarró del brazo.
Ella
estaba llorando.
-¿Qué
pasa?
Miriam
señaló a la cama.
Claramente
lo que había en la cama era un cadáver.
Todos nos
quedamos mirando atónitos.
El cadáver
era de una chica, de unos veinte años aproximadamente, tenía una navaja de la
mano y sangre en la otra.
Claramente
se había cortado las venas.
Miriam
fue la primera en salir de la habitación con la maleta en la mano.
Después
fueron los tíos de Sam.
Nos
quedamos en la habitación Sam, Helen y yo.
Helen
estaba asustada, se la notaba en el rostro.
Sam por
su parte estaba rígido, tieso como un palo y parecía enfurecido.
Yo, no
sentía nada, era como si me hubieran congelado.
Sam nos
agarró el brazo a Helen y a mí.
-¡Nos
vamos de aquí!
-¡No Sam,
espera!
Me solté
de su brazo y me acerqué más a la cama.
El rostro
de la chica estaba pálido, tenía los ojos abiertos y el pelo le colgaba estaba
posado sobre los hombros.
Su cara
me sonaba, la había visto en la discoteca, la camarera de la discoteca.
-Es la
camarera de la discoteca-Dije yo.
Pero
nadie me respondió.
Me dí la
vuelta y solo vi a Sam.
-Helen ha
bajado, estaba muy nerviosa, vámonos Mel, nos vamos de aquí.
Asentí
con la cabeza.
Bajamos
las escaleras y una vez abajo todos estaban en la puerta con las maletas de la
mano.
-¡Nos
vamos de aquí!
-¡Tia,
espera!
La tía de
Sam se dio la vuelta.
-Sam,
cariño nos vamos a casa de la abuela, no nos podemos quedar en la cabaña,
mañana por la mañana llamaremos a la policía para que venga a investigar.
-Vale…
Salimos
fuera, la familia de Sam montó al coche y nosotros entramos con ellos, como el
perro ocupaba la penúltima plaza del coche, le pusieron adelante con la tia de
Sam y nosotros íbamos atrás del todo, en los dos asientos del fondo.
Nadie dijo una palabra hasta que no llegamos a
casa de los abuelos de Sam de nuevo