lunes, 19 de diciembre de 2011

Capitulo 3:Voces en mi interior

Capítulo 3
Mel
Una sensación de pánico me inundó cuando salió la imagen de la niña de catorce años. Además de ser con las víctimas con las que había soñado aquella noche, ese collar… se le había regalado yo a mi madre por su cumpleaños.
-Sam…
-Dime.
-Ese collar…
-¿Qué?
-Mi madre le tiene igual.
Enseñaron por la televisión que lo único que consiguieron fue la cadena de la niña, la enseñaron, y dijeron que tenía una inscripción cuando lo dieron la vuelta y ponía: Te queremos mamá Valeria 2009-2010
Sam me miró debí de quedarme blanca como un cadáver.
-Ahora vuelvo.
Me levanté de la silla y subí las escaleras a todo correr entré en la habitación de mis padres. Era de color morado, con las cortinas en tonos grises y negros, al igual que la colcha. Los muebles eran de color marrón oscuro, y en una de las mesillas de noche del lado de la cama de mi madre, estaba el joyero dónde guarda sus joyas.
Lo abrí, rebusqué con la esperanza de encontrar el collar pero no encontré nada.
-¡Mierda!
No me lo explicaba ¿que hacía esa niña con el colgante de mi madre?
Mientras tanto en el piso de abajo se oían ruidos de que Sam estaba recogiendo abajo, en la cocina.
Me tumbé en la cama, estrujándome los sesos, buscando respuestas… ¿porqué tenía pesadillas todas las noches, con víctimas que me pedían ayuda y que al día siguiente morían? ¿ que hacía esa niña con el colgante de mi madre?
-¡Por dios! ¿qué está pasando?
Escuché unos pasos que subían las escaleras, y después ví a Sam abriendo la puerta de la habitación muy despacito.
-¿Se puede?
-Claro.
Cuando entró me puse muy nerviosa, tenía mariposas en el estómago como cuando te gusta alguien y lo tienes dentro muy dentro y lo necesitas gritar, pues igual.
-¿Qué te pasa, Mel?
-No lo sé.
Me tocó la frente con la mano.
¿Sabes? me preocupas, te despiertas por la noche llorando, dices que tu madre tenía el mismo colgante que la niña que acaba de desaparecer.No me lo explico, Mel sinceramente.
Le aparté la mano de mi cabeza.
-¿Crees que yo si me lo explico?
-No sé se supone.
Sentía que tenía que contarle que después de que se muriera mi hermano, empecé a soñar cosas raras. Confiaba en él, no sé muy bien porqué pero confiaba en él, sentía que le conocía de toda la vida.
-Mira…
Me miró.
-Desde que murió mi hermano tengo pesadillas, con qué estoy en una habitación oscura, sin ventanas y todos están debajo de una escalera, y… me pide ayuda y mi hermano dice que los tengo que sacar de allí, que es real y que no es un sueño.
Me miró atónito, y entonces yo también le miré y nuestros ojos se… encontraron y… pasó algo, no sé muy bien el qué, le.. miré con otros ojos. Aparté la mirada.
-Sí, debes de pensar que estoy… loca.
-¡No!
-¿No?
-No, a mi padre también le pasa, es una especie de… ¿Don?
-¿Don?
-Sí, o algo así, pero no sé muy bien de qué leches se trata.
-Pues anda con el maldito gen lo mal que lo hace pasar.
Nos volvimos a mirar y nos echamos a reír.
Despues solo hubo… silencio.
Y nos volvimos a mirar.
-Tienes unos ojos muy bonitos, Mel.
Tenía los ojos azules, no eran nada del otro mundo, pero los suyos… eran marrones, y aunque sean muy comunes eran… únicos.
-Vaya, gracias, lo mismo digo.
-Gracias.
Silencio.
Llamaron al teléfono.
-Ahora mismo vuelvo, Sam.
-Vale.
Por el pasillo, cuando me dirigía al salón lo único que rondaba por mi cabeza eran los ojos de Sam mirandome, y su sonrisa.
Cogí el teléfono.
-¿Sí?
-¡Mel!
-María, dime.
-Pues mira mis padres me han dicho que te llamara y que te dijera que se han ido a ver un palacio a nosedonde. ¿Qué te parece si quedamos?
-Esque… estoy con Sam, por lo visto Simon y los niños no están.
-¿Ligando eh?
Soltó una risita maquiavélica.
-¡Lo sabía!
-¿El qué sabias?
-Que ese guapetón te gustaba.
-Pues… esque me he dado cuenta hoy.
- ¿A qué esperas?
-¿Qué?
-¡Ataca!
-¿Qué dices?
-Si el chico, no da el primer paso… dale tú¡mujer!
Pero…
-¡No hay peros! esta misma tarde le besas, cuando estéis solos.
-Apenas le conozco.
-Y una vez mas el problema es… mira, Mel, que quieres que te diga, no te estanques, además tú también le gustas a él.
-¿Cómo lo sabes?
-Pues porque resulta que ahora mi hermano es amigo suyo de toda la vida.
-¿Enserio?
-Sí, y él piensa que eres la tía mas estupenda que ha conocido.
Colgué el teléfono y me puse a mirar a la puerta.
Entré en la habitación y ví a Sam mirando las fotos de la pared de la habitación.
-¿Bonitas?
-Mucho, eras una monada de pequeña.
Me eché a reír, y le miré.
-Oye.. Sam.
-¿Sí?
-Esto…¿conoces a mi amiga María?
-No, bueno, sí, conozco a su hermano, es muy amigo mio, mi mejor amigo.
Uf.. que alivio me dio escuchar eso, pensé que me había mentido solo porque quería que le besara.
-Esto.. Mel, se me ocurre una cosa.
-¿Y que cosita es?
-Para que te despejes de tus pesadillas, que te parece si llamamos a los hermanisimos y nos vamos a la bolera.
-Me parece perfecto .
-Bien, pues… ¿nos vestimos?
-Sí.
Me fui a mi habitación, cogí mi Black Berry blanca y marqué el móvil de María.
-¿Le has besado ya? ¿Qué tal besa?
-Vaya, yo empezaría por un hola.
-Hola.
-Y no, no le he besado porque se le ha ocurrido que tu hermano y tu querríais venir a la bolera.
-Si, queremos.
-Bien, en media hora en mi casa.
colgué el móvil y me miré al espejo.
Mi pelo moreno estaba separado en tirabuzones, del día anterior.
Me fui al vestidor, y opté por llevarme un vestido azul oscuro, con un cinto fino en un tono marrón y unas cuñas en color blanco.
Me lo puse, y me convencía bastate, me fui al final del vestidor y cogí el maletín de maquillaje. Me perfilé los ojos y me pinté los labios en un rosa claro, con brillo por encima, ví en una revista que eran unos colores perfectos para la primera cita, y para el primer beso.
Llamaron a la puerta de mi habitación, me alisé la falda del vestido y salí del vestido, abrí la puerta y ahí estaba él con una camiseta blanca y unos vaqueros oscuros, y unos playeros como calzado.
Silbó.
-¡Guapa!
-Gracias, tu tampoco estás mal.
-Yo… normalito.
-SÍ, pero dado a que yo no voy a jugar.
-¿Por?
-Porque esas bolas pesan más que yo.
Me dí la vuelta en busca de mi bolso marrón, y él se quedó en la puerta.
-¡Adelante!
Pasó al vestidor.
-¡La virgen! esto parace El Corte Inglés.
Me reí.
-¡Que mas quisiera yo!
Agarré el bolso, metí pañuelos, el móvil, la cartera, las gafas de sol, las llaves de casa y un gloss de recambio.
-Bueno… pues si no vas a jugar, entonces vas muy apropiada.
-¿Eh?
-Vas a ligar, está claríasimo.
-Esto…
La verdad estaba en lo… mas o menos cierto.
Pero no sé porqué estaba tan segura de que él quisiera besarme, no sé por qué estaba tan contenta.

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