jueves, 1 de diciembre de 2011

Capítulo 1: Voces en mi interior

Capítulo 1 
Melissa.



Aquella mañana, me parecía todo extraño, fuertes dolores de tripa me azotaban,
me sentía mal, muy mal.
Bajé la escalera de madera, que bajaba hacia la planta baja de mi casa.Entré en la
cocina todo estaba en orden, mi madre preparando tostadas, mi hermano
pequeño, Patrick estaba sentado en la silla al lado de papá,
estaba sentada en frente de Patrik y mi sitio estaba enfrente de papá, y mi madre
se sentaba en el sitio donde debería estar sentado, mi hermano Harry, acababa
de fallecer hace poco, en una fiesta, un coche se lo llevó por delante.
El silencio que había en la cocina era muy incómodo hasta que yo, le rompí sin
querer, me puse a vomitar. Mamá dejó la cuchara en la encimera con un golpe y
corrió hacia mi a sujetarme.
-¡Melisa! ¿Qué pasa?
-Mamá me encuentro mal.
Papá se levantó de la silla y me agarró de los brazos.
-¿Te llevo al médico? Tengo tiempo.
-¡No! Esto se me va a pasar rápido.
-¿Quieres algo de comer?
Solo pensar en comida me hizo volver a vomitar.
-Papá está enferma, deja que se vaya a la cama, la cama es mano santa.-Dijo
Sophie.
-Si, vete arriba a la cama, veremos como te encuentras pasado un rato y si no te
sientes mejor te llevaremos al médico ¿si?
-Vale.
Subí arriba, me dirigía a la escalera de más arriba, mi habitación de estudio y
demás era la buhardilla, una vez allí, me tumbe en mi hamaca, encendí la
televisión. Y me limité a relajarme.
Pero no funcionaba nada, cogí uno de los libros que había en mi estantería.
La gente corría a esconderse donde podía, las sombras lo invadían todo, ya no
había nadie a salvo. Mujeres y hombres llamaban a sus hijos a gritos, ¿pero que
pasaba? ¿ por que corría esa gente? ¿ de qué huían?
Me desperté, maldito libro, me hacía tener pesadillas. Me levanté guardé el libro,
ya me sentía mejor, bajé abajo a la cocina, no había nadie. Vi una nota en la
nevera que decía:
Melissa cuando te despiertes, haz la cena,
Nos hemos ido a comprar las cosas para
El cumpleaños de Patrick. Un beso te quiero Mamá.
Eso, quería decir que tenía la casa para mí sola, aproveché, cogí el teléfono y
llamé a mi amiga Maria, ella ahora mismo estaba en casa de su madre, sus padres
estaban divorciados y ella pasaba la mayor parte del tiempo con su padre.
Maria me cogió el teléfono, parecía feliz.
-Diga.
-María, soy yo Melissa .
-A, Mel, ¿Qué te pasa? Tu madre se ha presentado a media clase de biología para
decir al señor Ñ que estabas enferma ¿que te pasa?
-Pues, la verdad no lo sé me he levantado muy rara por la mañana y esta noche he
tenido pesadillas, creo que…
-¿Cres que…?
-Que, ya que estoy sola en casa podrías pasarte y pedimos una pizza ¿te parece?
-Me parece, en cinco minutos, excasos me tienes en la puerta de tu casita.
-Vale.
-`¡Chao!
-Adios
Colgué el teléfono y en ese momento, me entraron ganas de vomitar, fui
corriendo al baño, y llamaron a la puerta. Corrí hacia la puerta y tras ella se
encontraba Maria con su abrigo verde azulado, sus botas de cuña altas con
borreguillo y sus vaqueros grises. Me dio un abrazo tremendo y me tendió una
caja envuelta en un papel rojo muy bonito.
-No hacía falta.
-Es igual, es para que te mejores pronto.
-¡Gracias!
Tiré del papel rojo y dentro, se encontraba una bufanda en colores grises y azules.
Mis colores favoritos.
-Te has tomado muy apecho lo de que me mejore pronto.
-Si, la verdad es que sí.
-Bueno, además supongo que te habrás acordado de que dentro de poco es
navidad.
-Si.
Era la primera navidad sin mi hermano, de repente un extraño sentimiento de
culpabilidad me inundó. Y se me saltaron las lágrimas, sin querer me caí al suelo
con las manos en los ojos.
Maria se arrodilló a mi lado.
-Mel, lo siento de verdad no quería hacerte pensar en que dentro de poco será
navidad.
- No, no es tu culpa.
-Ni la tuya.
-Lo sé, pero esque me siento muy sola, María muy sola.
-Mel, me tienes a… mí.
-Lo sé, pero…
-Lo entiendo.
Me levanté pensando `` no voy a llorar ´ y no lo hize.
-¿Mejor?
-Sí.
María me cogió el brazo y me dirigió por todo el pasillo hasta el salón. Dónde
encendimos la televisión y estaban dando el informativo.
En ese momento nos enteramos de que un niño de ocho años había sido
asesinado en la puerta de la discoteca donde un coche atropelló a mi hermano, en
el informativo salían fotos del niño.()
Era un niño rubio, con los ojos azules. Su cara me sonaba bastante, era como si… le hubiera visto algún día, en algún lado.
-Es horrible, pobre niño, no sé como hay gente así, con lo mono que era.
-Si, la verdad que sí.
-Mel, ¿te pasa algo? estás pálida.
-Esque… he visto a ese niño en algún lado.
-Sí, puede ser, tu hermano Patrick tiene ocho años también alomejor… se conocían.
-No, no, no me refiero a haberle visto en… en… persona.
-¿Melissa?
-No, lo digo enserio, María, a este niño yo le he visto en alguna parte, pero, pero no personalmente, no le he visto en persona.
-Pero… ¿entonces?
En ese momento sonó el teléfono, me levanté de un salto del sofá y fui corriendo hasta el recibidor, que era donde estaba el teléfono, levanté el teléfono de la base y me lo puse en la oreja.
-¿Diga?
-Melissa, cariño, nos vamos a quedar a dormir donde la tía Rosa, ha empezado a nevar mucho, la carretera está congelada y no podemos coger el coche.
-Vale, mamá no importa, estoy con Maria, ¿ que te parece si se queda a dormir conmigo?
-Me parece perfecto.
-Vale, gracias, buenas noches.
-Hasta mañana, cariño.
Colgué el teléfono y entré en el alón a toda prisa, donde se encontraba Maria sentada en el sofá.
-Maria, ¿te quedas a dormir?
-Por supuesto que me quedo, además me hiba a quedar sola en casa, porque mis padres tenían una cena de trabajo.
-¡Vale!
Me senté a su lado en el sofá y pusimos una película de comedia, las dos nos quedamos a verla hasta tarde, cuando nos entró el sueño, nos fuimos escalera arriba dirección a mi habitación.
Mi habitación era de color verde lima, con los muebles en negro y una cama nido con la colcha a rayas marrones, moradas y naranjas.
Crucé la habitación y abrí uno de los cajones y saqué dos pijamas. El mio era rojo con un mensaje de amor en plateado, y el de Maria era gris con Minnie, se lo tendí a María y ella lo cogió, las dos nos pusimos el pijama, y nos sentaba muy bien.
María se soltó los cabellos negros de la trenza que tenía echo. La verdad, Maria era una chica muy guapa, cabellos negros, ojos verdes, pelo liso y muy largo, en comparación a mi cabello castaño claro, con mechas en tonos miel y cobre, su pelo parecía como un vestido de ensueño. Yo también me solté el pelo de mi moño mal echo que me lo hice para que el pelo no me estorbara al estar por casa.
-La verdad, Mel, que… tienes unos pijamas preciosos.
-¡Gracias!
-Ya ves.
Las dos nos sentamos en mi cama, y empezamos a hablar acerca los chicos, ella estaba enamorada de hace unos… siete años de un chico que era muy amigo nuestro, yo me enteré hace poco, de que eran novios. Ella me contó que con él era muy feliz, la llevaba de compras, al cine… yo la pregunté que donde la llevo a la primera cita, ella me dijo que a un mirador que hay que da a la playa, era muy romántico.
-Osea, que Hugo es el chico de tus sueños ¿no es así?
-Pues… la verdad, sí.
Las dos nos giramos a la vez para mirar el reloj, eran las tres y media de la mañana, asique decidimos dormirnos ya.
-Buenas noches, Mel.
-Buenas noches, Maria.
Me tapé con las sábanas y con la manta acurrucándome bien para que no me entrara nada de frío por entre las sábanas. Maria dormía en un cochón que habiamos cogido de la habitación de mi hermana, que era muy cómodo.
`` Estaba en una habitación negra, todo era negro suelo, paredes, todo. Alguien me llamaba, me dí la vuelta y ví una figura de un niño, me puse en pie, me acerqué lentamente, muy lentamente. Las palabras del niño se fueron haciendo mas y mas fuertes hasta que casi parecían gritos, el niño me llamaba, yo me hacercaba mas y mas a su lado distinguía a otra persona, un chico con el pelo de punta rubio. Mi hermano. Intenté correr para escapar de ahí pero no podía, algo me agarraba y…´´
-¡Melissa!¡Mel, despierta!
Abrí los ojos me costaba respirar, María estaba sentada a mi lado, tenía la boca seca, y las mejillas húmedas, debía de haber llorado.
-¿Qué pasa?
María me abrazó.
-No, no lo sé, había un niño y a su lado estaba mi hermano creo, que era el niño de ocho años el que murió hace poco pero no lo se.
-Bueno, ha sido una pesadilla, ¿quieres que bajemos a desayunar?
-¿Qué hora es?
-Las nueve y media.
-Vale.
Bajé de la cama me puse las zapatillas y bajé las escaleras hasta la cocina, donde María que había bajado antes que yo me había preparado una taza de leche con café, ella por su parte se había echado un poco de cacao. Encendimos la televisión, a esas horas de la mañana no había nada interesante, de modo que decidimos ver las noticias.
Anuciaban un nuevo caso, la desaparición de una pareja de jóvenes de 17 años, era extraño siempre se producían las catástrofes por el mismo lugar, tambien ocurrió en uno de las discotecas de la zona donde atropellaron a mi hermano y a el niño.
María me arrancó de mi ensoñación.
-¿Qué te parece si esta tarde nos vamos de compras?
-¿De compras?
-Si ya sabes, centro comercial, escaleras mecánicas, tiendas, zapatos ropa, maquillaje.
Solté una carcajada.
-Si, la verdad no me vendría mal.
-Adjudicado.
Abrieron la puerta, y entraron mamá, papá , Simon y Patick.
-Mel, María.Papá vino y me rozó el pelo.
-¡Enana! ¿Me has echado de menos? Simon vino y me dio una colleja.
-No, la verdad, para nada.
-¡Mel! Patrick vino corriendo hacia mi con los brazos abiertos.
-¡Cariño! Le dí un abrazo y después le ofrecí una de mis tostadas.
-Mamá, me dejas ir esta tarde con María al centro comercial nos vamos a ir a hacer unas compras…
-Ya estamos-Dijo Simon.
-¡Tú, te callas!
-Vaya, veo que ya te has recuperado.
-¡Basta, chicos! Cariño, claro que puedes ir, no te vendría mal despejarte un rato.
María y yo nos miramos y corrimos hacia mi cuarto, una vez allí hicimos las camas y nos fuimos al vestidor que tenía en el cuarto de arriba.
-¿Qué me pongo?
-No sé, pero a mi me dejas esta camiseta y estos zapatos.
Me eché a reír, tenía cogida una camiseta verde hoja con los hombros caidos y unos tacones grises con plataforma.
-Vale, yo te lo dejo.
-¡Te quiero!
-Que maja, solo me quieres por la súper ropa que tengo.
-Pues claro, como debe ser.Nos miramos y nos echamos a reír las dos. Por fin me decidí a ponerme unos vaqueros, con una camiseta azul de Mickey Mouse con unas converse en gris, y con unas arillas en blanco.
-¿Voy bien?
-No, bien es poco, la verdad.
María estaba mirando una revista, que yo la quité de las manos.
-¡Eh! No vale.
-¿Vamos o no?
-Si.
María se levantó de la hamaca y las dos cogimos nuestro abrigo y nuestro bolso y bajamos las escaleras.
Una vez abajo me despedí de mis padres y nos fuimos.
Fuera hacía mucho frío, nevaba, y la calle estaba congelada. Me acurruqué mas en mi abrigo, pasamos por la casa de mi vecino Marck, estaban las persianas bajadas y no había luz dentro, supuse que estaría trabajando en la pizzería de la calle paralela a la nuestra.
María me agarró del brazo y me apretó más.
-¡María, me haces daño!
-Esque… ¡que tíos vienen por hay!
-¡Que dices!
-Mira al frente.
Si, era verdad venían un grupo de chicos enfrente de nosotras, muy guapos.
Al pasar por nuestro lado, uno con un abrigo rojo, con el pelo castaño oscuro y los ojos marrones me sonrió, y yo le dediqué otra sonrisa.
-¡Tia! te ha sonreido.
-¿Qué?
-Ese tío de ahí, te ha sonreído y no te conoce de nada.
-Ah, si, no me había fijado.
-Ya.
Nos echamos a reir y volvimos la cabeza para mirar hacia atrás.
-Bueno, María vamos que veo que no llegamos en la vida.
-Si, anda vamos.
Por fin llegamos a nuestro destino, el centro comercial.
La primera tienda a la que fuimos fue a una de ropa donde me compré un vestido negro con bolsos, una cazadora gris. María por su parte se compró una sudadera blanca con letras, y una camiseta con lentejuelas en gris.
La segunda fue a una de zapatos, en la que me compré unos botines de tacón negros con hebillas y María unas botas altas con cordones que tambien llevaban tacón y unos zapatos rojos a juego con la camiseta gris.
Después fuimos a una de vestidos de fiesta, donde María se probó miles de millones de vestidos hasta que se decidió por uno morado.
-Oye, Mel.
-Dime.
-Se me ocurre, que podíamos ir esta noche de fiesta, te vendrá bien.
-Cierto, me vendrá bien.
-¡Bien!
-¡No hacía falta que gritaras!
-Ya…
Pasamos por un ventilador, el pelo negro con tirabuzones de María bailaba, y el mio castaño claro y liso también.
-Parece que estamos en una película.
-Cierto.
-Oye, Mel se está haciendo tarde y tenemos que prepararnos, te paso a buscar en…¿ dos horas?
-Vale.
Nos dimos un beso y nos despedimos, cada una nos fuimos por un lado distinto ella izquierda yo derecha.
Al torcer la esquina me resbalé con un trozo de hielo y me caí al suelo, alguien me ayudó a levantarme, giré la cabeza para poder ver quien era y… era quien menos me esperaba, era el chico de antes.
-Gracias.
-Con estos temporales no puede ir uno con mucha prisa por la calle.
-Cierto.
El chico me sonrió de nuevo y luego me tendió su mano.
-Encantado, soy Sam.
-Encantada, soy Melissa, pero me llaman Mel.
-Encantado, Mel.
Nos quedamos mirándonos el uno al otro un buen rato hasta que por fin decidimos salir de nuestra ensoñación.
-¿Vives por aquí, Mel?
-Si, vivo en esta calle la útima casa.
-Entonces… somos vecinos.
-¿Dieron en venta al fin la casa de al lado?
-Parece ser.
-Bueno… pues bien.
Nos echamos a andar hacia nuestra casa, mientras hablábamos de nuestro color favorito, nuestra serie, película favorita, etc…
Pero… llegamos a su casa.
-Bueno, pues nos vemos.
-Vale.
-¡Hasta luego!
-¡Adiós!
Sam era… un chico interesante, muy simpático, y muy…. guapo.
Llgué a casa y olía a comida, mamá estaba en la cocina leyendo una revista y papá, Simon y Patrick en el salón viendo la televisión.
-¡Hola, familia!
-¡Hola!
-Mamá, solo quería avisar de que esta noche me voy con María de fiesta.
-Vale, cielo.
Puse un pie en la primera escalera con intención de subir arriba.
-Ah, por cierto mamá he conocido a el hijo de los nuevos vecinos.
-Si, son muy simpáticos.
-La verdad, no se como serán los demás pero Sam, es un cielo de chico.
Mamá se empezó a reír.
-Bueno mamá me subo que me tengo que preparar.
Subí las escaleras y me fui bailando hasta mi cuarto, una vez allí me quité mi abrigo y encendí mi mini- cadena puse una cadena de música y sonaba mi canción favorita, una de Elena Gheorghe titulada hot girls.
Abrí mi maletín de maquillaje y puse la plancha del pelo a calentar.
Me maquillé y me hice tirabuzones en el pelo.
Una vez terminada, me puse una camiseta negra con lentejuelas grises y doradas, unas mallas en negras también, y unos tacones en grises.
Miré el reloj y ya era la hora de salir de casa, cogí mi abrigo y salí a la puerta.
Esperando a María se abrió la puerta de casa de Sam y salió una niña rubia, de ojos azules y con unas trenzas, detrás de ella salió Sam.
-¡Buenas noches!
-Hola, ¿Quién es esta ricura de niña?
-Mi hermana Miranda.
-¿Qué… te ha pasado Mel?
-¿A mi?
-Si… un cambio… considerable.
-Ha… ¿esto? No es nada simplemente me voy de fiesta.
-Pues… bien, espero que te lo pases bien.
-Yo también
Miranda se echó a reír y mirándonos a su hermano y a mi soltó:
-Sam tiene novia.
Sam me miró y yo me eché a reír.
-Lo siento, no suele ser así esque…
-No importa, tengo un hermano pequeño, se lo que es.
Un coche rojo paró en frente de mi casa, era María.
-Bueno, me voy.
-Hasta mañana.
Miranda me miró y me dijo:
-Adiós, eres muy maja si quieres podemos se amigas.
Me eché a reír.
-¡Que mona! ¡ Pues claro!
Me di la vuelta y me monté en el coche.
-¡No creo!
-¿El qué?
-Eso.
María señalo fuera.
-Ah eso, es Sam es el nuevo vecino, y si, es el chico guapo que me sonrió.
-¡Anda mira!
-Bueno, puedes tirar que veo que se nos pasa la noche en el coche mirando a Sam.
-Si es por ti…
-Si es por mi ¿Qué?
-Te quedabas mirándole toda la noche.
-¿Qué?
-Vamos a ver, Melissa te conozco mejor que nadie, sé cuando te gusta un chico y se cuando a un chico le gustas tú, y ese chico esta coladito hasta los huesos por ti.
-Tú eso no lo sabes, además yo no me he enamorado de él.
No sabía muy bien si estaba o no estaba enamorada de el, lo que sí esque tenía un extraño presentimiento de que aquel vecino simpático y yo, nos íbamos a llevar muy bien.
-Bueno, pues olvídate de este chico ems… como se llamaba.
-Sam, su nombre es Sam.
-¿Ves? lo rápido que te has aprendido su nombre.
-Se supone… que cuando haces un… amigo debes saberte su nombre sino como le vas a llamar si no es por su nombre.
-Amigo eh…. tú, precisamente tú nunca haces amigos tan pronto sin desconfiar antes un poco de ellos o ellas.
Era verdad, María estaba en lo cierto, antes de hacer ningun amigo desconfiaba mucho de la persona que fuera, la verdad, no era muy confiada con la gente que no conocía de nada. Me recosté un poco en el asiento del coche.
-¡A no! no te duermas, para una noche de fiesta que tenemos.
-No me… voy a dormir.
Llegamos por fin a la discoteca donde habíamos quedado con mas amigos.
-Los demás son esos de la puerta ¿ no Mel?
-Me parece…
-Si, si que son mira.
Talía una de las chicas se dio la vuelta y pudimos comprobar que si eran el resto de chicos y chicas que faltaban en nuestro grupo, aparcamos el coche y nos bajamos.
-¡Chicas! Talía vino corriendo a darnos un abrazo.
-¡Guapas! Alex, uno de los chicos que también estaban allí vino a estrecharnos la mano, era su modo de saludar.
-¿Qué tal? Talía, estaba a mi lado, desde luego, yo a su lado parecía un enanito de jardín ella era mucho mas alta que yo, llevaba un vestido rojo suelto con uno taconazos impresionantes en blanco hueso, y un bolso negro.
-Pues muy bien aquí estamos por fin bueno que ¿entramos? Dijo María
Sonó un tono de teléfono.
-Un momento por favor. Era el móvil de Alex.
Alex cogió el teléfono sonriendo pero le cambio la cara nada mas contestar, dijo que ya mismo iba para allí, una vez que colgó se llevó la mano a la cara y se puso a gritar Talía le sujetaba preguntándole que era lo que pasaba pero yo… sabía bien lo que ocurría, era su hermana pequeña, no sabía exactamente porqué lo sabía pero lo sabía, me lo temía, de echo, ahora que lo pensaba, la muerte de la hermana de Alex era una de las pesadillas que había tenido por la noche, me acerqué a Alex y le toqué el hombro con un gesto tranquilizador.
María abrió el coche e indicó con la mano que montáramos. Montamos en el coche dirección al hospital, una vez que llegamos la familia de Alex estaba en la puerta, bajamos del coche y nos enteramos de que la niña no estaba muerta sino que estaba en coma.
-Entonces aún hay esperanzas de que despiere. Dijo María.
La agarré el codo.
-¡María calla!
-¿Qué?
-¡Que te calles!
-Pero…. ¿ por qué?
-No… no te das cuenta de que no puedes decir eso en estas circunstancias ¡date cuenta!
-Bueno… solo he dicho que…
-¡Chst!. Talía se acercó a nosotras hablaba muy bajo.
-Chicas, creo que la niña está muy… grave.
-Está en coma, Talía.
Me sonó el móvil, miré la pantalla y ví que era mi madre.
-¡Mamá!
-¡Cariño! ¡Que alivio!
-¿Alivio?
-Cariño me he enterado de lo de la hermana de Alex, ocurrió en el coche cuando pasaban por la discoteca donde… tu hermano…
-¡Mamá, vale!
-Ven a casa enseguida, tienes que quedarte con tus dos hermanos y con los hijos de los vecinos.
-¿Los hijos de los vecinos?
-Si, se quedarán a dormir en casa esta noche porque los vecinos y nosotros vamos a ir al hospital.
-Vale, ya voy para allá.
Colgué el teléfono y lo metí en mi bolso.
-Lo siento, pero tengo que irme esta noche vienen a dormir a casa los vecinos.
-¡El tío bueno va a dormir en tu casa!
-¡María, baja la voz por dios!
-Si, porque mis padres y los suyos van a venir al hospital.
-Uy, uy, uy.
-Maria… ¡vale ya!
-Si, si, bueno tu vete a casa mañana me cuentas.
Me dí la vuelta y caminé hacia mi casa, estaba nerviosa, tenía mariposas en el estómago. Llegué a mi casa, abrí la puerta y una oscuridad un tanto incómoda lo invadía todo, cada rincón de la casa.
-Hola.
Di un paso hacia adelante y encendí las luces, me encontré a todos escondidos debajo de la escalera.
-Vosotros, no sabeís que en los espejos se refleja todo.
Salieron de debajo de las escaleres en fila india.
-No, no todo.-Miranda me miró con los ojos llorosos.
-¿Cómo?
-Los fantasmas no se reflejan, ni los vampiros.
-Miranda, los fantasmas y los vampiros no existen.
Sam se arrodilló a su lado y la tomó la mano.
-Mel tiene razón, no tienes porqué preocuparte de si los fantasmas o los vampiros se reflejan o no en los espejos porqué no existen.
-¡Si, si que existen! Yo los he visto, ayer vino un chico a decirme que le sacara, porque Melissa no lo hacía.
Me quedé mirándola, y Sam me miró, me arrodillé al lado de los dos.
-¿Cómo dices?
-¡Si! un chico me lo dijo.
-Seguro que solo fue un mal sueño.
-Si, seguramente que solo fue eso.
Simon volvió con dos películas de la mano y Patick iba tras él.
-¿Cuál queréis ver?
-Ems… ¿derecha?-Dije yo mirandolos a todos.-Desde luego parece la mas apropiada.
-Cierto.-Dijo Sam dándome la razón.
-Bueno, yo hago las palomitas, asique sentaros en el salón, poneros cómodos.
-Pues… Simon yo había pensado que como son todavía las diez, podriamos pedir una pizza para cenar.
-¡Bien, pizza! Patrick se acercó a mi saltando y me abrazó.
-¿Todos de acuerdo?
-¡Si!- Gritaron todos a coro.
-¡Bien! Pues…
-Llamar es el siguiente paso, Mel, se nota que no pedimos muy a menudo pizzas.
-Simon, no soy estúpida ¿me oyes?
-¿Segura?
-Oye, no quiero ofender pero… ¿estáis así todo el día?
Patrick se puso entre los dos.
-Seré el pequeño pero parezco el mayor, además, no hay que llevarnos mal, tenemos que llevarnos bien, para cuando venga Harry de Australia.
Simon y yo nos miramos, yo me quedé paralizada y un sentimiento extraño me inundó todo el cuerpo, las hormigas en el estómago volvieron y me entraron ganas de vomitar. Simon se agachó al lado de Patrick y Miranda se abrazó a Sam.
-¿Auntralia?
-Si, papá y mamá me dijeron una vez que el abuelo estuvo mucho tiempo sin aparecer porque estaba en Australia, y Harry lleva dos meses sin aparecer, asique tiene que estar en Australia.
Simon se puso tenso y apretó los puños, y a mi se me saltaron las lágrimas, y Miranda y Sam se dieron cuenta.
-Patrick…
Antes de que Simon pudiera decir nada yo me fui corriendo escalera arriba.
Simon se puso en pie.
-Un momento, chicos.
-Miranda, Patrick porqué no os vais a jugar un rato nosotros luego venimos.
-¡Vale!
-Patrick tienes juguetes chulos.
-¡Tengo muchos juguetes chulos!
Sam y Simon subieron escalera arriba y llamaron a la puerta de mi habitación.
Yo estaba tumbada en el suelo, llorando.
-¿Mel?
-¿Mel, estas bien? Sam sonaba preocupado.
Yo no quería contestar, los dolores de tripa se hicieron cada vez mas fuertes y no pude evitar vomitar, y por lo visto Sam y Simon lo notaron.
-¡Mel! Dijeron los dos a coro.
-¡Melissa! ¡Abre la puerta ahora mismo o la derrumbo! Simon sonaba un poco enfadado.
Me levanté del suelo y abrí la puerta, Simon me abrazó.
-Lo siento.
Simon me agarró la cara.
-¿Por qué?
-Por haber vomitado no..
-Mel, ¡cállate!



Ya me sentía mejor, me había puesto el pijama y me había quitado también el maquillaje de la cara.
Llamaron al timbre, miré por la ventana y ví al repartidor.
Bajé las escaleras, me ecaminé hacia la puerta y la abrí.
Un chico con uniforme amarillo y una gorra blanca con motas amarillas esperaba con la pizza en la mano.
-Buenas noches, señorita.
-¿Señorita? ¡Ja! que… educados los repartidores de hoy en día.
Saqué mi dinero del bolsillo se lo dí al repartidor y él me puso la pizza en la mano.
-Nos pagan por ello.
-Pues bien.
-Que pases una buena noche.
-Igualmente, repartidor educado.
Cerré la puerta y Sam estaba detrás de mí sonriendo.
-Deja que te coja la pizza.
-Bueno… no pesa.
Sonrió, y no sé que me pasaba cada vez que sonreía que las piernas me fallaban y casi me caigo, pero él tan amble como siempre llegó a tiempo para agarrarme el brazo y así no caerme.
-Gracias.
-No te acostumbres a que te salve siempre.
Me guiñó el ojo y entró en el salón con la pizza de la mano. No sé porqué pero me volvieron a fallar las piernas.
Entré en el salón y miré donde podía sentarme.
-Pero mira que sois culo gordos eh.
-¿Qué?-Dijo mi hermano.
-Lo que oyes hacedme un hueco.
Sam se echó para un lado dejándome un hueco a su lado.
-Gracias, mira aprende de alguien amable.
Me senté a su lado y Simon pueso la película.
Era una película de dibujos animados, pero de repente empezó a fallar y s emprezo a ver gris.
-¿Qué está pasando?-Dijo Patrcik con tono preocupado.
-Nada, cariño, seguro que no es nada.
De repente volvió a verse bien la película pero muy diferente esta vez salía una chica con un chico a su lado y estaban abrazados en la calle, mejor dicho en el medio de la carretera, y después se ve claramente como un camión pasaba y los atropellaba a los dos. Sam se levantó corriendo del sofá.
-Ya está bien niños, a la cama.
-Pero… Sam- Miranda estaba triste.
-No, cielo a la cama.
Patrick y Miranda se fueros juntos escalera arriba.


Esto a sido el capítulo 1 mañana colgaré el capitulo 2. 




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